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lunes, 26 de octubre de 2009

impresiones

-¡No sabés lo que me pasó hoy! Iba en el 141 y casi se me desmaya una chica enfrente. Yo vi que la chica abrió la ventana ¿viste? Después me llamaron por teléfono y cuando la vuelvo a mirar la chica estaba atinando a agarrar el pasamanos pero no podía. Respiraba cada vez con más dificultad. Pobre no sabés cómo estaba. Se puso pálida, mal. Le pregunté si se sentía mal y con una vocecita que casi no la escucho me dijo que sí. Le pregunté si quería que paráramos el colectivo y me dijo que no con la cabeza. Los ojos parecían desorbitados, le temblaban las piernas y los brazos. Entre varios la sentamos. Le agarré la mochila y le dije que no se preocupara que no le iba a sacar nada. Desde el asiento, con esa voz casi inaudible me pidió azúcar. La señora de atrás mío le dió un caramelo y por suerte la chica también tenía una botella de agua en la mochila. Tenía la mirada perdida mientras la del caramelo y yo hablábamos para ver qué hacíamos. Le pregunté dónde bajaba. "Puán". Le dije si iba a la facu. Asintió. Le dije que yo también iba para ese lado, que me bajaba con ella. Abrimos la ventana, mientras la chica chupaba despacito el caramelo. En la parada la tomé del brazo y la ayudé a bajar. Le temblaban las piernas pobre. Le pregunté si quería comprar unas papas fritas en el quiosco, pero me dijo que no. Que prefería llegar a Puán. El aire, el caramelo, el agua. Poco a poco le iba volviendo el color a la cara. Caminamos despacito. Fui viendo que se iba sintiendo mejor, porque cada vez hablaba mejor y ya no temblaba tanto. La dejé en la esquina de Goyena y Miró. Le aconsejé que fuera a la farmacia a tomarse la presión. Me dio las gracias y se fue a la facultad. Espero que haya llegado bien y supongo que, después de recompensarse un poco, habrá decidido volver a su casa y no ir a cursar.
-Uy. ¡Qué feo! Y sí. Mirá si iba a ir a cursar después de desmayarse en el colectivo.