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viernes, 12 de junio de 2009

El cuerpo y las palabras

Hay algo adentro que le dice que se siente a la computadora, que se relaje, prenda el monitor, posicione sus manos sobre el teclado y empiece a escribir: sin objetivo, sin orden, sin sentido, random words, sin anticipación, sin un plan previo.

Es difícil dejarse llevar, la mente se resiste, el cuerpo se resiste, las manos se contraen y se relajan sin saber muy bien qué hacer. "Relajate" "No no no no" "Bueno...bueno sí" "mmmm" "bueno tal vez" "mmm esto me gusta" "pero no no" " relajate!" "no no no" "no puedo" "pero quiero" "mmm"

Los dedos se chocan entre sí. La mente se paraliza frente al teclado. Las manos se frenan. No saben qué hacer. No saben si continuar o no. Los dedos rozan el teclado con suavidad. Las manos se contraen cada vez que una tecla es presionada. Un escalofrío recorre todo el cuerpo cuando aparece un punto, una coma. La mente está en blanco, pero las manos se mueven con vida propia. Presionan, teclean, gozan.

De pronto la mente vuelve. Un "no" imperativo se escucha. No se puede escribir al azar, no se puede dejarse llevar, no es el momento, no es el lugar. La mente balbucea excusas y órdenes que se quedan a medio camino mientras las manos siguen gozando, mientras los ojos siguen el texto, deleitándose.

El cuerpo va siguiendo a las palabras de la pantalla sin escuchar las que vienen de adentro. Los hombros se relajan, se dejan atrapar por la escritura. Los brazos, las manos siguen el fluir del cuerpo que se contrae y se relaja a cada paso.

La mente ya no interfiere. Ahora sólo queda el cuerpo. El cuerpo y las palabras. Los dedos, el teclado, la pantalla. Todo se contrae, las manos ya no pueden escribir rígidas de placer. Finalmente se sueltan, se relajan, caen extasiadas en el punto final.

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