Entradas populares

jueves, 14 de enero de 2010

opinión

"Cada día besas en mí a un hombre diferente, un hombre que es un uno por la noche y otro con el alba. Canjeas hoy, como canjeaste ayer, como canjearás mañana, a este hombre diverso que parezco hoy por aquel único que seré después. Y así simultáneamente. En cada noche hay en mí un hombre destruido, un hombre arruinado, un hombre desfalcado, despilfarrado por la cotideaneidad, un hombre nuevo."

El Café de Nadie
Arqueles Vela
1926

¿Hay alguien que pueda definirse completamente diciendo "yo soy..."?¿Qué quiere decir yo soy abogado, médico, músico o futbolista? ¿Soy amante, esposo, padre o hijo? ¿Hay alguna "identidad" inmutable, inmodificable que nos acompaña en todos los roles que jugamos? ¿Hay alguna "esencia" que yo diga "esto no se puede cambiar"?

Porque la gente es de un modo u otro, y también de acuerdo a las personas con las que interactúa y las situaciones en las que participa. Uno es muchos en diversas circunstancias. Y, creo yo, uno puede ser muchos en diversas etapas de la vida. Sin llegar a la esquizofrenia por supuesto. Pero a lo que apunto es ¿existe algo que las personas realmente no puedan cambiar de su personalidad digamos?
Porque uno siempre escucha el "la gente no cambia". Pero yo creo que es mentira. Claramente uno no puede hacer cambiar a otro, eso desde el vamos; pero si hay fuerza de voluntad se puede cambiar. Es todo un trabajo, pero se puede.

El "yo soy": hiperkinético, autoexigente, vago, indiferente, cariñoso, etc. no es más que un momento. Tal vez para algunos ese momento dure toda su vida. Pero si uno lo desea puede modificarlo.

¿Qué opinan?

miércoles, 6 de enero de 2010

conclusión

Entonces, si mi frontera es mi cuerpo (tanto de la mente como de lo físico) y nunca llega a traspasar la frontera del otro, deducimos que estaremos solos de por vida. Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Sócrates es mortal. Pero estar solo no implica, bajo ningún punto de vista, estar solitario. El hombre es una isla. Tal vez, pero una isla que puede construir puentes con otras islas, por más trillada que sea la metáfora.

Compartir soledades.

Dos seres únicos, irrepetibles, irreproducibles, impenetrables, inexpresables que pueden compartir la vida con otros. Familia, amigos, parejas.

Esta soledad de mentes y cuerpos, esta insularidad, puede mitigarse caminando junto a otro. Acompañar, acompañarse, ser acompañado.

Compartamos nuestros granitos de arena, aún cuando en el fondo sabemos que nunca será igual ni del todo comprendido por los demás.

¿Qué estás pensando? 2

Retomando el comienzo del tema anterior, no sólo no podremos saber qué piensa el otro, sino tampoco qué siente. A nivel físico. Aunque nos cuenten cuánto les duele la panza, la pierna, la cabeza, el brazo, nunca vamos a estar en ese otro cuerpo para sentir como otras personas.
Por mucho que le expliquemos al doctor cómo nos duele tal o cual parte del cuerpo, por más que esté perfectamente descripto en los libros, él NUNCA va a sentir lo que sentimos. Tampoco el paciente que está sentado en la sala de espera junto a mí. Aún teniendo los mismos síntomas, el mismo mal, no será lo mismo.
Esto se vuelve desesperante si pensamos en que cuando nos acostamos con alguien, nunca experimentamos lo mismo que el otro. Aunque la pasemos bomba. Nunca vamos a saber qué siente la otra persona ( y no hablo de amor, sino a nivel físico), por más consejito de la Cosmopolitan que podamos leer. Porque, claro, sus editores piensan y nos quieren hacer creer que todos y todas somos iguales. ¡Ja!

¿Entonces? Morir por la angustia de no saber o resignarse a esos "misterios" de la vida...

Es la elección de cada uno. Pero incluso cuando ya nos resignamos hace tiempo y sabemos que nada sabremos, siempre surge ( y sobre todo las mujeres) el "espero que no haya pensado que...", "mirá si está pensando en...", "yo creo que estaba pensando en otra cosa porque...", "y si le digo, no se pensará que...", "y si no le digo, no se pensará que..."

Yo voto por no pensar tanto algunas veces, ni preocuparse tanto por lo que pensará o dejará de pensar el otro.

¡A matar al hamster!

¿Qué estás pensando?

Estamos solos en la vida. Cuando uno se da cuenta de la imposibilidad real de fusión entre dos personas es bastante triste. "Tu cuerpo ya no es mi cuerpo". Hello?! ¡Nunca lo fue! Uno jamás va a poder estar en el cuerpo del otro, en la mente del otro. Por más que uno pueda intentar reproducir con la mayor fidelidad detallística posible, la verdad es que nunca vamos a sentir, percibir, experienciar como otra persona. Nunca vamos a entrar en el cuerpo de nuestra mejor amiga, novio, amante o padres. Y ellos no entrarán en la nuestra. Ni siquiera el mejor psicoanalista, homéopata o gurú podrá saber realmente qué estamos pensando, qué estamos sintiendo, aunque hagamos nuestro mayor esfuerzo por transmitirlo "todo". Más aún, raramente ( y yo diría nunca) queremos exponer TODO. Siempre hay un resquicio, un pedacito de pensamiento, experiencia o sueño que preferimos guardar para nosotros. Sin contar, por supuesto, las posibles alteraciones, modificaciones o maquillaje que realizamos a la "verdad" para quedar bien parados, como la víctima, como un héroe, etc. Creo que era Labov quien decía que el emisor siempre intenta "quedar bien" ante sus interlocutores. Pero esto ya es tema para otro día...
La cuestión es que el problema reside no en que los otros entren en nuestra mente, sino cuando nosotros queremos descifrar qué pasa por la cabeza de nuestra pareja o amigo/a. Las palabras dichas expresan un mínimo porcentaje del torbellino de ideas que revolotea mientras hablamos con alguien. Recuerdos, fantasías, programas de televisión, cualquier cosa.

"¿Qué estás pensando?"

No hay pregunta más molesta y sin embargo, surge involuntariamente tantas veces. Especialmente, en los momentos de silencio, incómodos o no, después de contar algo muy importante, en la sobremesa o después de tener sexo.

Pero ¡entendamos! por más que nos "cuenten" lo que están pensando ¿es realmente eso? ¿qué se guarda? ¿qué no me dice?

Ojo: a no desesperar porque cuando surgen esas preguntas nos tendríamos que preguntar ¿qué no decimos nosotros?