Ayer sucedió algo muy extraño. Otra vez, una señal del universo. Veníamos hablando sobre la espera. Si esperar cosas de la gente es positivo o no; si no genera demasiada ansiedad y angustia innecesarias que pueden evitarse simplemente sin esperar nada de nadie. Yo argumentaba que primero debemos deshacernos de la connotación negativa de la frase "no esperar de alguien", porque la espera conlleva más sufrimiento que felicidad. Deberíamos dejarnos llevar más y disfrutar de lo que sucede sin estar esperando que el otro haga o diga lo que nosotros queremos o pensamos que debería hacer o decir. Así, podemos sorprendernos y disfrutar de todo lo que llega, sea lo que sea lo que recibamos.
Veníamos con estas reflexiones, cuando llegamos al hostel y nos pusimos a hervir agua para la cena. El dueño del hospedaje entró a la cocina y dijo: "El que espera desespera". No parábamos de reir. Era la frase adecuada en el momento justo.
Luego la cuestión se puso más interesante porque otro huésped, habitué del lugar, abrió la puerta, nos vio y preguntó: "¿Qué esperan: el tren, el micro, el amor?". "Todo eso" respondimos a coro. "No hay que estar esperando. Todo llega cuando tiene que llegar. Si uno se queda esperando ni siquiera puede disfrutar o siquiera ver lo que está llegando ahora. Es como si estuvieras esperando el colectivo y pasa un auto y no lo ven porque esperan el colectivo. Todo llega a su debido momento." sentenció y se fue de la cocina.
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