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miércoles, 6 de enero de 2010

conclusión

Entonces, si mi frontera es mi cuerpo (tanto de la mente como de lo físico) y nunca llega a traspasar la frontera del otro, deducimos que estaremos solos de por vida. Todos los hombres son mortales. Sócrates es hombre. Sócrates es mortal. Pero estar solo no implica, bajo ningún punto de vista, estar solitario. El hombre es una isla. Tal vez, pero una isla que puede construir puentes con otras islas, por más trillada que sea la metáfora.

Compartir soledades.

Dos seres únicos, irrepetibles, irreproducibles, impenetrables, inexpresables que pueden compartir la vida con otros. Familia, amigos, parejas.

Esta soledad de mentes y cuerpos, esta insularidad, puede mitigarse caminando junto a otro. Acompañar, acompañarse, ser acompañado.

Compartamos nuestros granitos de arena, aún cuando en el fondo sabemos que nunca será igual ni del todo comprendido por los demás.

2 comentarios:

  1. Puedo aportar algo. Creo, sin embargo, que aunque no haya dos seres iguales, dos mentes iguales o dos cuerpos iguales, hay algunos más parecidos entre sí que otros. Y es cuando nuestro se cuerpo se cruza en tiempo y espacio con el de ESE otro (léase amigo, amigo, amante, parej, mentor) que llegamos a decir "ella/el me entiende como nadie", "con ellos me siento más comodo/a" "a él/ella le puedo contar todo". En fin, creo que si sabemos buscar, no estamos tan solos como pensamos.
    Yo te acompaño si vos me acompañas.

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  2. Natu, te volviste esceptica. Cuanto pesismismo y desesperanza acechan por tu blog ultimamente. Doy mi opinión sobre el tema: No hay unión más verdadera que la que se suelda con el siencio, con la mirada muda y con el calor de los cuerpos, sea en los abrazos o haciendo cucharita.
    Arrideberdcci

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